Es una muestra de la vida en Europa

sábado, mayo 13, 2006

Kenia


Safari (viaje) Hakuna Matata (no problema) son palabras suahili, el idioma oficial de Kenia, no significaría mucho para una gran mayoría si no fuera por este país situado al este de África. Venerado por los antropólogos como la "cuna de la humanidad", Kenia es el epicentro de los safaris africanos, ostentando una amplísima variedad de animales salvajes. Y no importa cuántas películas de Tarzán se hayan visto, ya que nadie estará preparado para el impresionante espectáculo de la masiva migración anual de ñus.
Para poder llegar a esta aventura, primero hubo necesidad de conseguir las vacunas contra la fiebre amarilla, el tétanos y administrarme el tratamiento contra la malaria, el cual consta de una pastilla semanal a lo largo de 6 semanas.
Nairobi, la capital de Kenia, esta a 1700 metros sobre el nivel del mar, y en esta época (agosto) por estar debajo de la línea divisoria del ecuador, es invierno, por lo tanto las noches son frías, y durante los días nunca hubo ese excesivo calor que todos se imaginan.
A la llegada a Nairobi después de tomar el vuelo vía Ámsterdam, fuimos recibidos en el aeropuerto mismo que cuenta con esa infraestructura burocrática, donde pagas un visado de 50 dólares en una ventanilla, pasas a otra y le ponen un sello, para poder pasar a través de un control donde revisan de nuevo el proceso.
El Hotel Stanley es uno de los principales de esta moderna ciudad africana, que comenzo por ser una ruta de paso para los ferrocarriles que se internaran en el corazón del áfrica a finales del siglo XIX. Hoy en día es una prospera ciudad que nada tiene que ver con el resto del país.
Al día siguiente muy temprano, salida por la carrera (camino vecinal) atravesando los fértiles cultivos de Café y Té, hasta llegar por el camino de terraceria hasta el hotel-base dentro del parque Aberdare, dispusimos de una comida exótica, con un buen vino sudafricano, para iniciar posteriormente el primer safari dentro del parque, caminos inhóspitos donde apreciamos, varios elefantes , búfalos y dos rinocerontes, todo esto camino al hotel donde nos alojamos “The Ark Lodge” mismo que fue promocionado como hotel árbol, pero en realidad solo se encuentra a la altura de los mismos enfrente de una gran charca, donde los animales llegan por la noche a beber y lamer la sal, por ser factor del tiempo, la neblina no permitió observar tantos elefantes como se esperaba, el frió tampoco se hizo esperar, pero las instalaciones con bolsas de agua caliente y una chimenea nos hicieron sentir como en casa, a pesar de contar con un refugio tipo bunker donde se podían apreciar mas de cerca, a estos animales, observamos por espacio de varias horas a un rinoceronte blanco.
A la mañana siguiente, atravesamos el valle del Rift por estas carreteras, llenas de retenes militares y policías uniformados que solicitaban la documentación a nuestro chofer, llegamos a las orillas del lago Nakuru, después de un recorrido de 7 horas, donde el espectáculo de flamencos rosas, pelícanos y garzas en las orillas es extraordinario, desde un mirador observamos el valle, nos instalamos en el Lodge, que son cabañas independientes, con todas las comodidades, excepto televisión, teléfono y bar puesto que los recursos en África son limitados, y en un lugar tan apartado de la civilización la energía eléctrica es muy preciada, tanto que el suministro de la propia planta del hotel se suspende de 2 a 6 de la mañana. Por la tarde iniciamos el safari con la suerte de encontrar animales exóticos, cebras, leones y guepardos así como antílopes salieron a nuestro paso por las rudimentarias veredas que se asomaban.
El sistema de Safari de desarrolla de la siguiente forma:
En una furgoneta o vehículo tipo mini van un chofer y de 5 a 6 pasajeros , por medio el sistema de radio comunicación este contacta en una frecuencia con el resto de las 15 o 20 vehículos avisando donde encontrar a los animales, en ciertas ocasiones éramos 7 u 8 vehículos observando al mismo tiempo un león comerse a su presa, o a una manada de ñus desplazándose por la sabana.

Reserva Nacional de Masai Mara
El Mara (como a los más mayores les gusta llamar a la reserva) es el espacio protegido más popular de Kenia. Con gran abundancia de animales salvajes, e incluyendo gran parte del Parque Nacional del Serengeti, esta reserva de 320 km2 ofrece a sus visitantes inolvidables experiencias, como atravesar parte de sus vastas sabanas o esquivar la estampida anual de los ñus. En el límite occidental del parque se encuentra la espectacular escarpadura de Esoit Oloololo. Las concentraciones más importantes de animales salvajes habitan la zona fronteriza del parque. Por todas partes, pueden observarse grandes manadas de leones y jirafas. Allí viven gran cantidad de elefantes, búfalos, cebras e hipopótamos. Es más una reserva que un parque nacional: los masai están autorizados a cazar y apacentar sus rebaños en el recinto, que incluye una aldea masai abierta a los turistas, los cuales siguen vistiendo su sus túnicas rojas y cobran 20 dólares por persona por verles en su ambiente y forma de vida primitiva, hacen el baile de bienvenida, el recorrido por las casas, la bebida alcohólica a base de frutos, fuego a base de frotar maderas y obviamente la tienda de recuerditos y survenires.
Cruzamos en nuestra aventura los limites con Tanzania, para observar a los hipopótamos y cocodrilos en el río Mara, y fuimos ligeramente atados por un elefante que pretendía defender a su cría, la pericia del chofer nos saco del percance, realmente no fue tan peligroso como a un vehículo del grupo que en tres ocasiones se les poncho un neumático, o dejo la salpicadera y el carter en un cruce por el río.
Finalmente después de varios días de madrugar a las 7 de la mañana, con espacios de dos horas para comer y continuar hasta las 7 de la noche en recorrido del safari, llegamos a Nairobi, donde después de recorrer ligeramente la ciudad, y descansar, cenamos en el Restaurante The Carnivore, con especialidad en carnes, como cebra, Ñu, antílope, jabalí, cocodrilo y gacela entre otros. Sin faltar una salsa de chile chipotle que llevaba conmigo, al día siguiente temprano salida rumbo al aeropuerto, donde después de volver a pasar por los controles migratorios y llenar las fichas correspondientes abandonamos el continente africano rumbo a Ámsterdam en un tiempo de 9 horas.